jueves, 27 de abril de 2017

Ël bacialé




Esta mañana, en Amici della genealogia, un señor preguntaba a los foreros en qué consistía antiguamente en Italia el oficio de 'mediatore'. Este hecho me recordó un artículo de Giacinto Grassi, publicado por Sergio Giacone y traducido por mí en 2005 en Vecchio Piemonte, en el que se habla precisamente del bacialé, término piamontés con el que se designaba hasta la primera mitad del siglo XX al mediador de matrimonios o casamentero.

Aparentemente, el nombre piamontés de este oficio derivaría del occitano bacheler (esp.: bachiller), el cual a su vez procede del latín baccalaureatus, o sea el estado de quien se encuentra en la etapa final de sus estudios universitarios, generalmente de teología. Según el dialectólogo Corrado Grassi*, de este significado original, la palabra en cuestión, debido a un desplazamiento semántico, pasó a designar a la persona que es ducha en alguna materia, que tiene conocimiento de cierto orden de cosas.

Luego de entrevistar a ambas familias, el bacialé concertaba los encuentros entre los posibles futuros esposos. Por lo general, el gestor matrimonial realizaba una primera visita en casa del hombre y en presencia de los familiares de éste, establecía el que, término procedente del latín quid, con el que el casamentero aludía al objeto del contrato y pautaba las condiciones del trueque. Por otro lado, se aseguraba de que la posible candidata poseyera el esse, es decir bienes, como parte de un campo, de una casa rural o dinero para una dote. Con tal información, visitaba nuevamente al hombre, a quien le proponía que contrajera matrimonio con la 'novia', a cambio de una remuneración en dinero. Cuando la mediación era coronada por el éxito, la recompensa, según fuese la importancia del contrato, comprendía asimismo una capa, un sombrero o simplemente un pañuelo de cuello que el bacialé lucía con ostensible orgullo el día de la boda.

Cabe precisar que una vez aceptado el trato entre las partes, los conflictos que pudieran suscitarse entre marido y mujer ya no le incumbían al casamentero, ya que entraba en vigor la fórmula consagrada a lamentele gnun-e (esp.: sin queja alguna), en virtud de la cual el mediador no respondía por los posibles reclamos del cónyuge que pudiera resultar perjudicado.

Según refiere Alessandro Porro en Bacialè: l'agenzia che combinava i matrimoni dei contadini piemontesi, el último encuentro de bacialè se realizó en 1968 en Guarene, Provincia de Cuneo.  


Hugo Alloa

* citado por E. Ballone en La cultura della cascina. Mediatori di donne e di bestiame nel Piemonte contadino, Franco Angeli Editore, Milano, 1979, 43-44, 50-51.


domingo, 23 de abril de 2017

Uberlinda Ledezma García † 23 de abril de 2017




Una y otra vez, la muerte nos arrebata a nuestros seres queridos. En la madrugada de hoy, se ha llevado a mi entrañable amiga Uberlinda, quien luchó con valentía y entereza durante varios meses contra el mal que la aquejaba. 

Querida Ubita, en mi corazón guardaré por siempre tu dulzura, la generosidad con que siempre me recibiste y el recuerdo de los hermosos momentos compartidos, en Chile y Argentina, contigo y tu hermano Abel, que tanto te quiere. 

Mis más sentidas condolencias a doña Yilia, a Rodrigo y Karina, a Cato, a David, Bernarda, Andrés, Marlene, Sirlez, Abel, Dante y Hugo.  

Descansa en paz, Uberlinda.

Hugo Alloa
23 de abril de 2017



lunes, 17 de abril de 2017

Efemérides familiares - Felisa Alarcón


Felisa Alarcón
(1895 - 1978)

Hoy, 17 de abril, se cumplen treinta y nueve años del fallecimiento de Felisa Alarcón, nacida el 20 de noviembre de 1895 en San Martín de las Escobas.

Guardo de mi tía Felisa un recuerdo entrañable. Era la esposa del tío Domingo. Fue el único miembro criollo de la familia y como tal, tuvo la infinita virtud de saber adaptarse a costumbres que poco tenían que ver con las tradiciones hispanas de la familia en la que había nacido. Lo mismo podría decirse, en sentido inverso, de Domingo Alloa, a quien Felisa cuidó amorosamente hasta que se lo permitieron sus ojos cada vez más atacados por la ceguera.

Felisa y Domingo vivían en Rosario, en calle Brown, a una cuadra y media de Boulevard Oroño. Con ellos vivía también doña Ema Alarcón de Ginot, madre tutelar de Felisa. Cuando íbamos a Rosario, la tía nos recibía con una inmensa alegría. Aún nos veo a todos compartiendo sus comidas, en el exiguo comedor de su casa, alrededor de la mesa presidida por Domingo en una punta, y doña Ema, en la otra. Allí reinaba siempre un clima festivo. Cuando yo hacía alguna travesura o no hacía caso a mi madre, la tía, guiñándome un ojo, me amenazaba con una 'pateadura', palabra que nunca había oído en mi casa.

Recuerdo también con cuánta emoción recibíamos mi hermana y yo, unos días antes de nuestros respectivos cumpleaños, las pequeñas encomiendas postales en las que la querida tía Felisa nos hacía llegar sus humildes regalos: globos, pitos y otros artículos de cotillón, acompañados de una cartita llena de afecto.

También recuerdo a doña Ema en su habitación, donde, sentada en una mecedora, tejía al crochet. Allí nos recibía y nos contaba, sin dejar su labor y mirándonos por encima de sus anteojos, un sinfín de hechos familiares en los que aparecían siempre los nombres de Emorita, Eleodoro, Ernesto, Elenita, Elías, Elisenda, Cándido, Ramón, Glicerio... y no sé cuántos parientes más de apellido Alarcón, Giménez, Fernández, Meléndez, Pelayo... Sobre la mesa de tocador había un retrato de su finado esposo don Emilio Ginot, de quien siempre hablaba con lagrimitas en los ojos. Los relatos de doña Ema cesaban cuando Felisa venía a llamarnos a almorzar, no sin antes preguntar a su madre si iba a tomar el aperitivo con ella, cosa que nunca vi que dejaran de hacer, un vasito de vino blanco con una cucharadita de azúcar...

En este aniversario, vaya hacia vos, querida tía Felisa, mi profundo afecto, intacto a pesar del tiempo, y toda mi gratitud.

jueves, 13 de abril de 2017

¡Felices Pascuas! Bon-a Pasqua!




Deseo a todos mis parientes y amigos unas muy felices Pascuas.

I auguro a tuti ij mè parent e amis na bon-a Pasqua.

Hugo Alloa



domingo, 9 de abril de 2017

Efemérides familiares - María Cecilia Alloa


María Cecilia Alloa
(1903 - 1984)

Hoy, 10 de abril, se cumplen treinta y tres años de la muerte de mi tía paterna María Cecilia Alloa, hija de Domenico Alloa y Margarita Odetti. El 17 de octubre de 1922, María Cecilia Alloa contrajo matrimonio con José Alberto, con quien tuvo tres hijos: Cilo, Gloris (de Lottersberger) y Lelio. Sus descendientes viven actualmente en San Martín de las Escoba y San Vicente, Provincia de Santa Fe.

Dos grandes rasgos caracterizaban a María Cecilia Alloa: una fuerte tenacidad y su amor por los niños. La primera de estas cualidades, seguramente heredada por vía genética, se vio reforzada, sin duda, por su prematura viudez, que pronto le asignó el rol de jefa de familia, cuando sus hijos aún eran adolescentes.

De las muchas cosas que emergen a mi memoria al evocar a la querida tía María sobresalen tres recuerdos, que el tiempo no ha borrado. El primero es el de su casa de San Martín de las Escobas, cuando íbamos a visitarla. Era una casa antigua, de puertas y ventanas altas, a la que se accedía a través de un zaguán sombrío. Se entraba en una gran sala –lo que hoy llamamos living-comedor– y desde allí se pasaba a una galería que daba a un patio con árboles frutales. En medio de la galería, había un enorme aljibe con un grueso brocal y una roldana cantarina, alrededor del cual, en verano, se disponían las sillas para las visitas. Allí se desarrollaban largas conversaciones en torno a las principales actividades del campo (que si llovía o no llovía, que si el trigo rendía o no rendía, que si tus terneros o los míos...) y a los acontecimientos familiares (ya entonces había niños que nacían, jóvenes que se casaban y viejos o no tan viejos que morían). El segundo recuerdo es el del regalo que la tía María me hacía cada vez que venía a visitarnos e instalarse en casa por unos días: una "bolsa llena de viento", expresión con la que la tía María suscitaba la alegría y las risas desde el mismo momento en que llegaba. El otro recuerdo es el de cuando la tía, una vez instalada en casa, pasaba horas y horas haciendo dulces para agasajarnos: dulce de leche y dulce de higos, cuyos aromas se adueñaban de la casa durante horas e incluso días, ya que la lenta cocción de algunos de esos manjares solía suspenderse por la noche para recomenzar a la mañana siguiente.

En este aniversario, vaya hacia vos, querida tía María, mi afecto intacto a través de los años y toda mi gratitud.

Hugo
10 de abril de 2017




lunes, 3 de abril de 2017

Efemérides familiares - Magdalena Alloa


Magdalena Alloa (1910 - 1994)

Hoy, 4 de abril, se cumplen veintitrés años de la muerte de mi querida tía Magdalena.

Guardo recuerdos de ella desde mi infancia, cuando mis padres, mi hermana y yo íbamos a visitarla a su casa de calle Roma. Sin embargo, los momentos compartidos con ella que conservo con mayor nitidez datan de mi época de estudiante en Córdoba. Los domingos, con cierta frecuencia, solía invitarme a almorzar. Desde que llegaba a su casa, donde era recibido con una hermosa sonrisa, comenzaban interminables conversaciones y relatos que continuaban durante la comida y se prolongaban hasta la sobremesa e incluso hasta las horas de la siesta, en las que nos quedábamos a solas. Después de interesarse por mis estudios y mis viajes, sus palabras nos transportaban, no sin cierta velada nostalgia en su rostro, a Santa Fe, su entrañable provincia natal.

Gracias a los relatos de mi tía Magdalena, pude retocar en mi mente unos "retratos" bastante imprecisos de mis abuelos paternos Domingo y Margarita, a quienes yo no había podido conocer pues habían muerto, él varios años antes de que yo naciera, y ella, quince días después de mi llegada al mundo.

Por haber nacido en 1910, en un momento por decir así equidistante entre 1897, año en que había nacido el primero de los seis hermanos que le precedían, y 1919, en que había llegado el último de los tres que le seguían, Magdalena ocupaba un sitio privilegiado desde el que los miraba a todos con ecuanimidad. Para ella, ni los mayores, por ser tales y además varones, eran los más listos e inteligentes, ni los menores, por haber llegado tarde en el orden de aparición, eran los ingenuos y tontos. Entre los tres varones mayores y ella estaban sus hermanas María Cecilia, Juana y Margarita, con las que había compartido las vivencias propias de la niñez y la adolescencia y a las que la unía un fuerte vínculo afectivo.

En este especial aniversario, vaya hacia vos, querida tía Magdalena, mi profundo afecto, que el tiempo no ha alterado, y toda mi gratitud.

Hugo
4 de abril de 2017